Vocabulario amoroso y matrimonial del Diccionario del diablo
Ambrose Bierce puede haber sido muchas cosas (gringo viejo,
periodista, militar, observador en el ejército de Pancho Villa,
desaparecido), pero lo más atractivo de él es su condición de amargado. Lo apodaban Bitter Bierce. Para algunos, el mayor misántropo de la literatura estadounidense. Escribió el Diccionario del diablo (The Devil’s Dictionary)
entre 1881 y 1906. Las definiciones que componen el libro se fueron
publicando en periódicos y posteriormente quedaron reunidas en un
volumen que vio la luz en 1911, apenas unos años antes de que Bierce desapareciera.
No importa si su cinismo era sólo una bandera de
navegación o si reflejaba un ánimo en verdad corrompido (decido creer
que sí): su ingenio para describir las desventajas de la realidad y su sentido del humor hacen del Diccionario un libro de cabecera.
A continuación, les dejo un conjunto de palabras que, en el Diccionario, se refieren al amor, al matrimonio, al sexo y a las relaciones de pareja.
Discúlpenle a Bierce la visión meramente heterosexual: eran principios
del siglo XX, las cosas eran diferentes entonces. En cuanto a su misoginia, no hay necesidad de disculparlo: es una de sus virtudes más encantadoras.
Diccionario del diablo: vocabulario amoroso y matrimonial:
Altar, s. Sitio donde antiguamente el sacerdote
arrancaba, con fines adivinatorios, el intestino de la víctima
sacrificial y cocinaba su carne para los dioses. En la actualidad, el
término se usa raramente, salvo para aludir al sacrificio de su
tranquilidad y su libertad que realizan dos tontos de sexo opuesto.
Adorar, v t. Venerar de modo expectante.
Amor, s. Insania temporaria curable mediante el
matrimonio, alejando al paciente de las influencias bajo las cuales ha
contraído el mal. Esta enfermedad, como las caries y muchas otras, sólo
se expande entre las razas civilizadas que viven en condiciones artificiales;
las naciones bárbaras, que respiran el aire puro y comen alimentos
sencillos, son inmunes a su devastación. A veces es fatal, aunque más
frecuentemente para el médico que para el enfermo.
Ardor, s. Cualidad que distingue al amor inexperto.
Belleza, s. Don femenino que seduce a un amante y aterra a un marido.
Beso, s. Palabra inventada por los poetas para que
rime con “embeleso”. Se supone que designa, de un modo general, una
especie de rito o ceremonia que expresa un buen entendimiento, pero este lexicógrafo
desconoce la forma en que se realiza.
desconoce la forma en que se realiza.
Boda, s. Ceremonia por la que dos personas se
proponen convertirse en una, una se propone convertirse en nada, y nada
se propone volverse soportable.
Bruja, s. (1) Mujer fea y repulsiva en perversa alianza con el demonio. (2) Muchacha joven y hermosa, en perversa alianza con el demonio.
Bruto, s. Ver Marido.
Celo, s. Cierto desorden nervioso que afecta a los jóvenes e inexpertos. Pasión que precede a una prosternación.
Celoso, adj. Indebidamente preocupado por conservar lo que sólo se puede perder cuando no vale la pena conservarlo.
Corazón, s. Bomba muscular automática que hace
circular la sangre. Figuradamente se dice que este útil órgano es la
sede de las emociones y los sentimientos: bonita fantasía que no es más
que el resabio de una creencia antaño universal. Sabemos ahora que sentimientos y emociones residen en el estómago
y son extraídos de los alimentos mediante la acción química del jugo
gástrico. El proceso exacto que convierte el biftec en un sentimiento
(tierno o no, según la edad del animal); las sucesivas etapas de
elaboración por las que un sándwich de caviar se transmuta en rara
fantasía y reaparece convertido en punzante epigrama; los maravillosos
métodos funcionales de un huevo duro en contrición religiosa o una bomba
de crema en suspiro sensible: todas estas cosas han sido pacientemente
investigadas y expuestas con persuasiva lucidez por Monsieur Pasteur.
(Ver también mi monografía “Identidad esencial de los afectos
espirituales con ciertos gases intestinales liberados en la digestión” págs. 4 a 687). En una obra titulada según creo Delectatio Demonorum
(Londres, 1873) esta teoría de los sentimientos es ilustrada de modo
sorprendente; para más información se puede consultar el famoso tratado
del profesor Dam sobre “El amor como producto de la maceración alimentaria”.
Cupido, s. El llamado dios del amor. Esta creación
bastarda de una bárbara fantasía fue indudablemente infligida a la
mitología para que purgara los pecados de sus dioses. De todas las concepciones desprovistas de belleza y de verdad, esta es la más irracional y ofensiva. La ocurrencia de simbolizar el amor sexual mediante un bebé semiasexuado, de comparar los dolores de la pasión con flechazos, de introducir en el arte este homúnculo gordito
para materializar el sutil espíritu y la sugestión de una obra, todo
esto es digno de una época que, después de darlo a luz, lo abandonó en
el umbral de la posteridad.
Doncella, s. Joven del sexo desagradable, de conducta imprevisible y opiniones que incitan al crimen.
El género tiene una amplia distribución geográfica: se encuentra a la
doncella dondequiera se la busque, y se la deplora dondequiera se la
encuentre. No es totalmente ingrata a la vista ni (prescindiendo de su
piano y de sus ideas) insoportable al oído, aunque en punto a belleza es
netamente inferior al arco iris, y en lo que toca a su parte audible no admite comparación con el canario, que por añadidura es más portátil.
Fidelidad, s. Virtud que caracteriza a los que están por ser traicionados.
Intimidad, s. Relación a que son providencialmente arrastrados los necios a fin de destruirse.
Macho, s. Miembro del sexo insignificante. El macho de la especie humana es generalmente conocido (por la mujer) como simple hombre. El género tiene dos variedades: buenos proveedores y malos proveedores.
Marido, s. El que después de cenar debe encargarse de lavar el plato.
Matrimonio, s. Condición o estado de una comunidad formada por un amo, un ama y dos esclavos, todos los cuales suman dos.
Mujer, s. Animal que suele vivir en la vecindad del Hombre, que tiene una rudimentaria aptitud para la domesticación.
Algunos de los zoólogos más viejos le atribuyen cierta docilidad
vestigial adquirida en una antigua época de reclusión, pero los
naturalistas del postfeminismo, que no saben nada de esa reclusión,
niegan semejante virtud y declaran que la mujer no ha cambiado desde el
principio de los tiempos. La especie es la más ampliamente distribuida
de todas las bestias de presa; infecta todas las partes habitables del
globo, desde las dulces montañas de Groenlandia hasta las virtuosas
playas de la India. El nombre que se le da popularmente (mujerlobo) es
incorrecto, porque pertenece a la especie de los gatos. La mujer es flexible y grácil en sus movimientos, especialmente la variedad norteamericana (Felis pugnans), es omnívora, y puede enseñársele a callar.
Poligamia, s. Capilla de expiación provista de varios reclinatorios penitenciales, a diferencia de la monogamia, que sólo tiene uno.
Predilección, s. Etapa preparatoria del desengaño.
Regazo, s. Uno de los mas importantes órganos del
cuerpo femenino, admirablemente previsto por la naturaleza para el
reposo de la infancia, aunque se usa principalmente en las festividades
rurales para sostener platos de pollo frío y cabezas de machos adultos.
El macho de nuestra especie tiene un regazo rudimentario,
imperfectamente desarrollado y que en modo alguno contribuye a su
bienestar sustancial.
Yugo, s. Implemento, mi estimada señora, a cuyo nombre latino, jugum,
debemos una de las palabras más esclarecedoras de nuestro idioma: la
palabra que define con precisión, ingenio y perspicacia la situación matrimonial.
Alguna vez escribí un pequeño glosario y un amigo me dijo que le había recordado este Diccionario,de inmediato lo busque para ver de que trataba. Sarcasmo puro.
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