A 43 años del accidente en el Monte Kenia (Historias de Valor)
El 5 de septiembre de 1970, dos jóvenes pero experimentados escaladores
austríacos, Gert Judmaier y Oswald Oelz (ambos médicos) escalaron hacia
la cima del monte Kenia a una altura 5.199 msnm. siendo esta la segunda
montaña más alta del continente africano. Después de 6 horas de una
agradable escalada en presencia de puro granito, se vieron envueltos en
la niebla. Con cierta dificultad, se las arreglaron para encontrar el "Shipton's Notch", que es el principio de la última parte del ascenso;
la última cresta hacia la cumbre. Ya estaba nevando cuando llegaron a
este punto y a medida que comenzaron el descenso desde el ¨Shipton’s
Notch¨ el clima empeoró. Gert se aferró a una roca mientras miraba la
ruta del descenso; su compañero Oswald preparaba mientras tanto un
anclaje para hacer rappel. De repente, la roca a la cual Gert estaba
aferrado, cayeron juntas por la ladera de la montaña. Oswald fue capaz
de retener la cuerda en sus manos, aunque perdió la piel de los dedos y
las palmas de su mano en el proceso. Finalmente, la caída de Gert fue
detenida momentáneamente por una saliente de roca y él fue capaz de
envolver la cuerda alrededor de su brazo izquierdo y el codo para
sujetarse.
Cuando Oswald bajó, encontró que Gert estaba sangrando profusamente de
una fractura expuesta en la tibia. Se hizo un torniquete para controlar
el sangrado, aunque parecía haber poca o nada de esperanza de evacuar
al herido por lo larga y compleja de la ruta de descenso. Parecía seguro
que Gert moriría por el shock hipovolémico, la hipotermia o una
embolia grasa, pero mientras Gert estuviera vivo, Oswald estaba decidido
a hacer lo que pudiera. Oswald vistió a Gert con toda la ropa extra que
tenía y lo puso en un saco de vivac que se anclaba a la pared con dos
pitones (PortaLedge).
Luego lo dejó con la totalidad de sus provisiones: una petaca de whisky
y una caja de ciruelas hervidas mientras se despidió como si fuese la
última vez en busca de ayuda.
Después de un descenso terrible en plena tormenta de nieve, Oswald
alcanzó la cabaña Kalmi donde había ocho escaladores británicos y
estadounidenses esperando que el clima mejorara para intentar el
ascenso. Algunos de los del grupo descendieron esa misma noche a una
cabaña inferior donde se equiparon con una radio y medicamentos. Al día
siguiente, Oswald y uno de los otros escaladores intentaron ascender
para ayudar a su compañero herido, aunque la nevada se había hecho más
intensa. En el ascenso, el acompañante de Oswald comenzó a empeorar: ya
presentaba desde antes los síntomas del MAM (Mal Agudo de Montaña).
Tuvieron que dar la vuelta y llegaron a la cabaña otra vez por la noche.
Oswald se sintió muy mal pensando que su amigo podía morir solo, si es
que no había muerto ya. Los cuatro miembros del Kenia Mountain Club
habían regresado con los medicamentos y el equipo de rescate, pero
también estaban seriamente afectados por el MAM. El Club había discutido
previamente la posibilidad de rescatar a alguien con una lesión grave
en la cima del Monte Kenia y habían llegado a la conclusión de que
sería imposible, pero sin embargo, todavía querían intentarlo.
Al día siguiente, Oswald y un integrante de los equipos de rescate
consiguieron llegar a Gert 48 horas después de que Oswald lo hubiera
dejado. Al principio no hubo respuesta de éste cuando lo llamaron, pero
finalmente Gert empujó el saco de vivac y dijo: "Dios mío, todavía estás vivo!"
Oswald llamó por la radio y avisó que Gert estaba vivo, pero no recibió
respuesta de la base de operaciones establecida para el rescate; sin
embargo más integrantes del equipo de rescate habían llegado y oído el
mensaje en la cabaña segundos después. Oswald le dio una inyección de
morfina y algo de beber, aunque Gert lo vomitó enseguida. Los tres
hombres pasaron una noche fría e incómoda en la saliente de la montaña.
Al día siguiente, el 8 de septiembre, se improvisó una férula para la
pierna de Gert . El otro escalador intentó llevar a cuestas a Gert en su
espalda, pero éste gritó de dolor e inmediatamente se desmayó. Parecía
estar agonizando y no podía beber líquidos y Oswald no tenía todavía
líquidos por vía intravenosa para administrarle. Esa noche, Gert le
pidió a Oswald varias veces que deshiciera el anclaje del saco de vivac
para que pudiera rodar hacia el vacío, caer y morir de una vez por
todas.
Por la mañana el grupo escuchó el sonido lejano de varios aviones y
luego el de un helicóptero. Sus esperanzas aumentaron, pero luego
escucharon una fuerte explosión seguida por un silencio sepulcral y no
volvieron a escuchar el sonido del helicóptero. Su suposición de que el
helicóptero se había estrellado resultó, más adelante, ser correcta; El
piloto había muerto tratando de salvarlos. Esa tarde, cuatro
integrantes más del equipo de rescate llegaron y trajeron líquidos para
infundir por vía intravenosa. Después de al menos 20 intentos, Oswald
consiguió colocar la aguja en la vena de Gert pero terminó escapándose
una vez más. Finalmente, Oswald fue capaz de establecer una vía
intravenosa y darle a Gert un litro de solución pero durante la noche
sin embargo, el fluido IV se congeló y recién en la mañana Oswald
descongeló el frasco con un calentador de butano. La mañana del 10 de
septiembre fue muy fría; Los cinco integrantes del equipo de rescate
construyeron una tirolesa para la difícil travesía en la ruta del
descenso. Intentando movilizarlo de esta forma le causó a Gert un dolor
insoportable por lo que tuvo que esperar la llegada de una camilla.
Mientras tanto, Oswald utilizo todos los líquidos por vía intravenosa y
morfina disponibles. La moral de todo el mundo alcanzó un punto muy bajo
durante toda la tarde, mientras soportaban la copiosa tormenta de
nieve.
Para el 11 de septiembre, Gert había permanecido sobre la pequeña
proyección en la montaña durante 6 días y 6 noches. Todavía estaba vivo,
pero deliraba y tenía una fiebre muy elevada. Al mediodía, la camilla
llegó por fin y el equipo de rescate utilizó las tirolesas para
transportar la camilla en una travesía a través del terreno técnico. Al
anochecer, llegaron al borde de una pared desde el cual tendrían que
descender de forma vertical a Gert hasta el piso. Después de una noche
agitada y sin tiempo para dormir, el grupo comenzó el rappel usando en
todo momento dos cuerdas para garantizar la seguridad de camilla y los
rescatistas. Durante la violenta tormenta de nieve, llegaron al comienzo
de una de un canto agudo. No hubo manera de construir una tirolesa de
60 mts. a la siguiente torre de roca con la poca cuerda restante. Era un
problema imposible de resolver. Pero justo en ese momento Werner Heim,
un reconocido escalador y rescatista austríaco, emergió de la niebla y
la nieve.
Él y otros seis de un equipo de rescate del Tirol, Austria, habían
escuchado hablar del accidente 24 horas después de haber ocurrido.
Viajaron a Nairobi con sólo 24hs de preaviso. Sólo dos días más tarde
llegaron a los pies de la montaña: Cinco de ellos acababan de regresar
de la cordillera del Himalaya y todavía estaban aclimatados a la elevada
altitud, por lo que fueron capaces de ascender muy rápidamente. Ellos
ya tenían preparada toda la ruta restante (con rappel y tirolesas) hasta
la base del monte Kenia. El descenso restante fue muy rápido, como
resultado de la ayuda de estos bien entrenado rescatistas que
funcionaban como un equipo coordinado. Era medianoche cuando llegaron al
pie de la montaña. Mientras tanto, Dr. Raimund Margraiter, un miembro
del equipo de rescate, le había dado a Gert infusiones adicionales por
vía endovenosa. A las 4 AM, el Dr. Margraiter y Oswald deshicieron el
vendaje de la pierna de Gert. El olor y la vista de la tibia que
sobresalía hicieron que todos los demás espectadores se alejaran. Esa
mañana, porteadores de la policía ayudaron a llevar a Gert en la camilla
por varias horas hasta la carretera más cercana. Finalmente, llegaron
al hospital de Nairobi de noche. El cirujano de guardia realizó la
limpieza de la herida y contrariamente a lo esperado, no se realizó
ninguna amputación. Oswald fue proclamado un héroe en Kenia. Gert se
sometió a una serie de operaciones durante más de un año y tanto Gert
Judmaier como Oswald Oelz pasaron a continuar con sus distinguidas
carreras médicas. Veinte años más tarde, subieron el monte Kenia de
nuevo, junto con algunos de los integrantes de aquel equipo de rescate.
En el lugar de la caída del helicóptero, pensaron en el joven piloto y
amuraron una placa de bronce a la montaña con la siguiente inscripción: "EN MEMORIA, al capitán Jim Hastings, que perdió la vida salvando la mía. Gert Judmaier 1970-1990".
Fuente: Mit Eispickel und Stethoskop
(Con Piqueta y Estetoscopio) por Oelz Oswald, Zúrich, 1999, AS Verlag.
(Tomado y adaptado por GOER del Wilderness Medicine – Paul S. Auerbach).
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