Venezuela: De la “hiperinflación” a la “estanflación”, por José Toro Hardy
Venezuela está viviendo la crisis más profundas de su historia republicana. Una de sus expresiones más graves es la inflación.
La inflación es una aumento generalizado de todos los precios. Es
provocada por una exagerada emisión de dinero y es el resultado de
gobiernos que, ignorando la autonomía de los bancos centrales, los
obligan a emitir dinero sin respaldo para poder cubrir el déficit
fiscal.
Imaginemos la economía como una balanza. En uno de sus platillos
vamos a colocar el valor de todos los bienes y servicios que se
producen y se prestan en el país. En el otro platillo colocaremos la
cantidad de dinero que circula (M2). Ahora bien, si para cubrir su
déficit fiscal el gobierno obliga al Banco Central a emitir dinero sin
respaldo, nuestra imaginaria balanza perderá su equilibrio. Habrá
muchos más bolívares circulando que bienes se pueden obtener en la
economía. El resultado inevitable es que el precio de los bienes
subirá y, mientras mayor sea la cantidad de dinero que se emita, mayor
será la inflación. Por eso Venezuela padece hoy la inflación más alta
del mundo porque, violando los más elementales principios de la
economía, se están imprimiendo ingentes cantidades de bolívares que no
tienen ningún respaldo. El año pasado, la cantidad de dinero que circula
se duplicó.
En nuestro caso, lo más triste es que el principal responsable de
la inflación en el país es PDVSA que, de contribuir antes con el
mantenimiento de todos, pasó hoy a ser mantenida por todos. Y es que el
déficit en el flujo de caja de la empresa fue tan brutal que llegó a
superar los 19 mil millones de dólares al año. El BCV debió imprimir
cada año el equivalente en bolívares para que PDVSA pudiese seguir
operando. Eso lo pagamos todos con la inflación. El crecimiento de la
masa monetaria inevitablemente desequilibró nuestra balanza y desbocó
los precios.
No es sólo PDVSA. Lo mismo ocurrió con todas las empresas del
estado -todas en rojo- y también con el monumental déficit del gobierno
central.
Ante el incumplimiento de PDVSA de muchas de sus deudas
comerciales, se teme un default en el pago de sus bonos. Se comenta que
por consejo de un dogmático personaje español vinculado a Podemos
–Alfredo Serrano- PDVSA estudia la imposición de un “canje hostil” de
sus bonos. ¿Qué quiere decir esto? Pues bien, que a los tenedores de
bonos de la empresa se les impondría un canje por otros con plazos más
largos y un perfil diferente. Quienes no acepten podrían demandar y
nuestros activos en el exterior quedarían en riesgo.
El resultado de tanto radicalismo y dogmatismo en el manejo de la cosa pública es el descalabro que padece el país.
Podríamos decir que hasta hace poco la inflación en Venezuela era
“galopante” (así se define cuando alcanza hasta dos dígitos). Pero en
estos momentos el mal se agrava a pasos agigantados y el país se está
adentrando en una enfermedad monetaria mucho más severa: la
“hiperinflación”.
Me preguntaba Andrés Oppenheimer en un foro internacional que en
qué momento caería Venezuela en hiperinflación. Los economistas solemos
definir ese padecimiento cuando la inflación alcanza tasas del 50%
mensual. El Fondo Monetario Internacional estima que este año la
inflación en Venezuela será del orden del 720% y el año que viene del
2.200%. De manera que justamente en estos momento el país se está
abalanzando vigorosamente hacia un precipicio hiperinflacionario. Todos
los venezolanos lo estamos sintiendo.
Pero mucho más que el fenómeno descrito me aterra pensar que
rápidamente podemos caer en un mal infinitamente peor: “la
estanflación”. Eso fue lo que le respondí a Oppenheimer.
Ese es el peor cáncer que puede sufrir una economía. Ocurre
cuando las elevadas tasas de inflación coexisten con un estancamiento
económico o, peor aún, con una caída del PIB. Pues bien, ese es el
escenario al cual nos estamos dirigiendo. El FMI considera que tendremos
una caída del PIB del orden del 8% junto con una inflación del 720%.
Todos los equilibrios macroeconómicos se desarticulan. Desaparece la
posibilidad de calcular costos y los precios se divorcian de los
salarios. El mercado negro se expande y la población cae abatida por la
escasez. En medio de ese drama, casi todas las medidas que se pueden
tomar para curar la inflación agravan el estancamiento y, a la inversa,
casi todas las medidas que se pueden tomar para curar el estancamiento,
agravan la inflación. Se termina produciendo una ruptura del tejido
social.
Los países del cono sur padecieron situaciones como esas en los
80. Ni uno solo de esos gobiernos pudo sobrevivir. Afortunadamente casi
todos optaron por llamar a elecciones y entregar. De hecho, el único
gobernante del mundo que ha podido sobrevivir a una estanflación fue un
dictador africano salvaje: Mugabe de Zimbabwe.
José Toro Hardy
petoha@gmail.com
José Toro Hardy es un destacado economista venezolano que cuenta
con amplia obra publicada. Ha ocupado importantes cargos públicos y se
ha proyectado, a la vez, sobre los campos de la docencia y el
periodismo.
FUENTE: RUNRUNES
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