Nota de Duelo: Ha fallecido Carlos Bordón

A Carlos tuve la dicha de conocerlo durante mis andanzas por la Sociedad Venezolana de Espeleología. 

Carlos Bordón Azzali, 1921-2012, venezolano, proveniente de Trieste, Italia, fue uno de esos seres apasionados con la naturaleza, cuya vida transcurrió no solo apreciando los grandes espacios abiertos sino también explorándolos, estudiándolos y difundiendo sus hallazgos e inquietudes.

Profesionalmente se formó como Ingeniero Civil con especialidad en hidráulica pero la naturaleza era su musa. Su pasión de explorador lo llevó a incursionar en la espeleología, iniciándose con esta actividad en los carsos triestinos donde también empezó a interesarse por los insectos adaptados a la condiciones de oscuridad perpetua.

Esos días de descubrimiento y salidas al campo fueron interrumpidos por la Segunda Guerra Mundial. Durante la ocupación Nazi sus conocimientos de la  intricada topografía caliza fue una gran ayuda para la Resistencia, donde él participó activamente con los partisanos de Josep Broz Tito. No fueron vivencias de las cuales se sentía cómodo recordar … las atrocidades inherentes a la guerra como una de las mayores expresiones de estupidez humana..

En búsqueda de un sitio alejado de odios y resentimientos étnicas, como las existentes entre italianos, eslovenos, serbios y croatas, decidió probar su suerte en otras latitudes y otro continente. La tolerancia y calor humano de los venezolanos lo impresionó tanto que al poco rato de llegar a La Guaira llamó a su esposa Nora para contarle que se asentarían aquí. Se quedó profundamente impresionado de como gente en la calle le prestaban atención y lo ayudaban a pesar de ser extranjero y no hablar castellano.

Su amor por la naturaleza se intensificó ante la esplendorosa diversidad biológica del trópico y no perdió tiempo en realizar salidas al campo y buscar la compañía de personas son intereses afines. Con la Sección de Espeleología de la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales  empezó a incursionar en conocer las cavernas de Venezuela, destacándose en sus aportes bioespeleológicos. Participó en diversas expediciones a los sitios más recónditos de Venezuela, incluyendo las primeras exploraciones sistemáticas de la Cueva del Guácharo, y muchas cuencas y cerros de la Guyana. Fue Miembro Fundador tanto de la Sociedad Venezolana de Espeleología como la Sociedad Venezolana de Entomología. Su Wanderlust y espíritu de exploración lo llevó a darle dos vueltas a Suramérica en su vehículo, una vez alcanzando Ushuaía. Esos meses de viajero significaron un enriquecimiento tanto personal como científico, documentando cada paso con fotos precisas y anotaciones en sus libros de campo.

Sus colecciones de insectos (especialmente de coleópteros) tienen el valor de haber sido realizadas en zonas que hoy en día han sido transformadas en agroecosistemas o asentamientos humanos.

A pesar de tantos viajes y expediciones a sitios lejanos, la vecina selva nublada del sector Rancho Grande del Parque Nacional Henri Pittier siempre tuvo un lugar privilegiado en su corazón. Incontables excursiones y caminatas a través del tiempo le permitieron conocer a fondo tanto Rancho Grande como el resto del parque. Ser testigo en el tiempo de como diferentes ecosistemas naturales paulatinamente desaparecían y ríos cristalinos se convertían en cloacas lo llevó a preocuparse por la conservación, y la relación entre la población humana y su impacto ambiental. Dedicó sus últimos años a difundir y concientizar sobre los problemas de la sobrepoblación humana.

Carlos fue una escuela para varias generaciones de personas empeñadas en estudiar la naturaleza de Venezuela y el resto de América. El estudio de su casa en El Limón se convirtió en una meca para muchos de nosotros quienes nos interesaba la entomología y la espeleología. El hallaba tiempo para conocernos, opinar, y aconsejar. Cuando un joven botánico inglés necesitaba ayuda para estudiar la biología de un árbol que crecía mas de 40m de altura en Rancho Grande, fue Carlos quien ayudó y apoyó Andrew Field. Con más de 60 años encima subió con cuerdas a la plataforma de madera que construyó Andy, y cuando la plataforma original ya estaba por descomponerse, Carlos diseñó una plataforma nueva de materiales perdurables, y personalmente supervisó su construcción en la copa de aquel Niño gigantesco. Su dominio de diversas áreas del conocimiento era envidiable y no faltaba algún texto, revista u otra documentación en su extensa biblioteca para sustentar sus palabras, incluyendo sus propias publicaciones.

Fotógrafo empedernido, su banco de imágenes abarca desde blanco y negro hasta digital, representando no solo momentos en su vida sino también momentos históricos durante más de 70 años y una documentación de la historia natural en dos continentes y múltiples ecosistemas. Una noche de diapos en su casa amenizado con sus anécdotas y acompañado con una infusión de hierbas y pastelería preparada por su esposa eran oportunidades de aprender, maravillar y recordar. Carlos vivió una vida larga e intensa, sus ejemplos, opiniones, consejos, humor ácido y risa pícara quedará entre nosotros por mucho tiempo mas allá de su desaparición física. Deja a dos hijos, Lina y Fulvio, además de su esposa Nora. También deja un tesoro de conocimientos repartidos entre sus colecciones, escritos y quienes logramos aprender algo de él. Paz a sus restos y nuestro sentido pésame a su familia. Extrañaremos sus opiniones mordaces y sin rodeos.


Carlos Bordón cómodamente sentado sobre la plataforma que construyó en una Giranthera caribensis, o árbol del Niño a unos 30 metros del suelo, en la selva nubosa de Rancho Grande en el P.N. Henri Pittier. Fotografía de Almira Hoogesteijn.
En la extrema derecha, vemos a Carlos Bordón en 1962 junto a Carlos Rivero Blanco y el querido profesor Charles Ventrillón, durante una expedición a las playas de Isla Cuba, en el Orinoco medio, en tareas de investigación sobre la reproducción de la Tortuga Arraau del Orinoco.


Tomado de: Revista Natura

Comentarios

  1. Hola, buscando fotos de los acontecimientos actuales de Venezuela, comencé a buscar fotos de Maracay y de El Limón, a medida que continuaba mis búsqueda quería encontrar fotos de lugares conocidos para mi, decidí buscar fotos de la estación Henry Pittier y luego por primera vez en mi vida puse en el buscador el nombre de mi abuelo y veo como se despliegan varias fotos con el, una inclusive en la casa, y así es como llego a ustedes, me llena de emoción que personas se tomen el tiempo de divulgar sobre alguien que no fue famoso, que quizás a no todos agrado con esa personalidad ligeramente difícil, pero como no amar a ese viejo testarudo, sentarse a su lado era sentarse a aprender sobre todo, de alguien que extraña pelear con el de política o regañarlo cada vez que no seguía su tratamiento, pero verlo disfrutar cada vez que le cocinaba,de alguien que ha necesitado media hora para escribir estas pocas palabras (porque no hay palabras que expresen la complejidad del hombre, porque amor se queda corto) Les envió un gran saludo a ustedes que se tomaron el tiempo de publicarlo...bonita sorpresa.
    Beatriz Caraballo Bordon

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    1. Hola Beatriz
      Me alegra que mi reseña te haya gustado. Tuve la dicha de conocer a tu abuelo cuando estuve en la Sociedad Venezolana de Espeleología en los años 90. Tu abuelo fue uno de los pioneros, así que si tiene su fama, aunque sea entre quienes amamos la espeleología y la geografía de este maravilloso país.

      Saludos

      Jorge López

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  2. Yo tuve la oportunidad de conocer a Carlos y como músico hicimos varios conciertos ecológicos para pedir protección al parque Henry Pitier.Ademas hicimos conciertos en el Ateneo de Maracay en honor del biologo Andrew Field.Me siento honrado y orgulloso de haber conocido a Carlos QDEP.Leonardo Gil Beroes

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