A 46 años de la tragedia del avión de Viasa que cayó en el Zulia
Al mediodía del domingo 16 de marzo de 1969 en Maracaibo estalló un caos. Una tragedia aérea de incalculables dimensiones llenó de luto a la tierra del Sol Amada y a Venezuela. La noticia conmocionó el mundo entero, cuando un avión DC 9 de Viasa cayó causando unos surcos de tragedia y dolor entre el Barrio de Ziruma y la urbanización La Trinidad en la ciudad de Maracaibo.
A pocos minutos del despegue, la
aeronave que cubría el vuelo 742 se precipitó a tierra. El avión no
voló. A duras penas rebasó la cerca del aeropuerto Grano de Oro y se
estrelló. La incertidumbre, el pánico, la muerte y el dolor siguieron al
hecho.
Ese siniestro paralizó a Maracaibo y,
siete días después, entre las investigaciones y la recolección de restos
humanos —principalmente carbonizados— era lento para los ciudadanos volver a la rutina, pues Maracaibo seguía conmocionada.
Todavía en la mente de sobrevivientes y
testigos, la imagen es vivida nuevamente, como también les resulta
perceptible el olor que inundó a la ciudad: una mezcla de combustible y carne quemada.
Una conjugación de elementos fraguaron
la tragedia: versiones señalan que el avión, por efectos del equipaje,
el pasaje y los 28 mil litros de combustible cargados para operar en Grano de Oro, iba con el máximo de su peso: 108.000 kilos.
Una segunda suposición dispara hacia el
error humano. Hacia la tripulación que ese día fue capitaneada por
Emiliano Savelli Maldonado, jefe de operaciones de Avensa.
Existen versiones sobre el reto o, mejor
dicho, la osadía asumida por Savelli Maldonado, en querer levantar
vuelo en el DC 9 a sabiendas, según testimonios, de que el capitán de la
aeronave, Harry Gibson (y quien comandó ese jet tres días antes del accidente) se negó a tripularlo porque la longitud de la pista marabina era muy ajustada para elevar la nave.
Pero la nave siguió la carrera para el ascenso, aproximadamente, a las 12:05 de la tarde.
Entre las víctimas fatales de ese accidente aéreo, del cual hoy se cumplen 46 años, y que es similar al ocurrido en 2011 con el Airbus
A330 de la aerolínea Air France, se encontraba la familia del
reconocido deportista zuliano Lino Connell, quien perdió a su esposa,
tres de sus cuatro hijos y a su suegro.
“Perdí a casi toda mi familia, sólo se
salvó la niña, que para ese entonces, tenía tres meses de nacida”,
recordó Connell tiempo atrás.
El zuliano, en entrevista realizada por
NAD en 2011, dijo: “el impacto de perder a tu familia es fuerte (…) Me
vi con varios médicos psicólogos que me ayudaron a superar esta terrible
experiencia“.
“Imagínate, murió mi esposa que tenía 29 años, mis hijos que tenían 2, 4 y 6 (…) Estaban empezando a vivir (…) Y perdí también a mi suegro”, acotó Lino Connell.
“Uno siempre se pregunta ¿por qué me
pasó esto a mí? (…) Y lamentablemente cuando te toca te toca (…) Allá
arriba hay un Dios que todo lo sabe, sólo Él sabe por qué pasan estas
cosas”, comentó el deportista.
Lino Connell considera que la recuperación es tardía: “perder a un familiar no es fácil, sobre todo si fue por un accidente aéreo (…) No es igual perder a un miembro de tu familia que perderla toda”.
Asimismo, afirmó que gracias al deporte logró superar, en gran medida, la pérdida de su familia. “El deporte me ayudó a olvidar (…) Ya en agosto estaba compitiendo en unos suramericanos en Caracas (…) La distracción me ayudó (…) Aunque la superación llega poco a poco”.
El personal de la torre, familiares y otras personas desde lugares aledaños al aeropuerto vieron cómo, en minutos, el accidente se convertía en una “película” en vivo que dejó, oficialmente, 155 muertos.
FUENTE: NOTICIA AL DÍA
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